Poco a poco, el enmascarado fue recuperando su rostro, pero por desgracia, tardo demasiado en conseguirla, y para cuando lo consiguió, la princesa había caído en un nuevo y macabro embrujo y había olvidado el amor que sentía por su caballero... o simplemente no era un embrujo, y tan solo se canso de esperar a que el caballero le mostrase su verdadera cara. Lo que la vida te da, la vida te lo quita. Y el caballero quedo relegado a una cárcel de ámbar de la que no podía salir, a la que la luz no llegaba. Y ahí quedo atrapado para siempre, con una amapola de sangre gravada en el corazón. Sin que nadie apareciese para salvarle. Y es que normalmente nuestros propios demonios son los que nos vencen y nos condenan alejándonos de lo que más queremos.
lunes, 2 de diciembre de 2013
Triste y breve historia...
Poco a poco, el enmascarado fue recuperando su rostro, pero por desgracia, tardo demasiado en conseguirla, y para cuando lo consiguió, la princesa había caído en un nuevo y macabro embrujo y había olvidado el amor que sentía por su caballero... o simplemente no era un embrujo, y tan solo se canso de esperar a que el caballero le mostrase su verdadera cara. Lo que la vida te da, la vida te lo quita. Y el caballero quedo relegado a una cárcel de ámbar de la que no podía salir, a la que la luz no llegaba. Y ahí quedo atrapado para siempre, con una amapola de sangre gravada en el corazón. Sin que nadie apareciese para salvarle. Y es que normalmente nuestros propios demonios son los que nos vencen y nos condenan alejándonos de lo que más queremos.
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