Ayer volví a mirarte mientras dormías. Mientras lo hacia, pensé en nuestros juegos, nuestras riñas, nuestros dime y diretes. Pensé en el tiempo que ha pasado desde la última vez que oí tu voz. Más de lo que me gustaría. ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días?¿Meses?... años. Se me hace una eternidad. Media vida. Tres vidas enteras y la mitad de la siguiente.
Ayer volví a hablarte mientras dormías, esperando ilusamente que esta vez me responderías. Te hable de mi vida. De mi culpa. De mi miedo. Mi alegría. De todo lo que es y será. De lo que fue y debió ser. De donde se separaron nuestros caminos. De donde se hizo silencio entre nosotros. De donde se torcio el camino.
"Enséñame el camino a casa", te pedí. "Enséñame a volver". "Vuelve conmigo... te echo de menos".
Silencio. Otra vez.
Y de nuevo. Después de tanto tiempo, de tantos años, de tanto camino andado. De nuevo lloro. Solo. Sentado frente a ti. Mirándote mientras duermes. Mientras clavo mis ojos en las flores, ahora marchitas que duermen junto a ti. Incapaz de volver a mirarte. Porque no hace falta que digas nada. Se lo que dirías. Se lo que me dirías. Pero no importa. Da igual.
Las palabras se me atragantan en la boca mientras miro la fotografía que tengo en mis manos. Consigo alzar la cabeza, y mirarte de nuevo. Mientras duermes.
Y de nuevo, mientras te miro, solo alcanzo a decir "...lo siento, perdóname. Te echo de menos".
Y rezo.
Ojala algún día puedas estar orgulloso de mi.
Te echo de menos ...
me ha llegado una carta para ti. mañana te la llevo.
ResponderEliminarestate bien mi pequeño.