lunes, 10 de junio de 2013

Victoria Final

Hoy es lunes 23 de Agosto, pero no un lunes 23 de Agosto más. Hoy es el día que señale en el calendario para mi victoria final. Para la victoria por la que todo el mundo hablara de mi, del gran Victor Rochafort , de como vencí a la mediocridad, la banalidad y todo lo que ha rodeado y limitado a la humanidad a lo largo de la historia. El día en que vencí a la muerte. El día en que decidí robarle a la parca su victoria final. El día en que me impuse, y decidí morir. Hoy es lunes 23 de agosto y he desayunado tostadas, huevos revueltos, un pomelo y una camarera. Me pregunto si sera capaz de mirar a su madre a la cara después de lo de esta mañana.

Al salir de su casa me dirigí hacia Notre Dame. Atravesé calles cruzándome con cientos (¿miles?) de personas. Pobres. Probablemente no hayan decidido nada en su vida. Siempre presas de los convencionalismos sociales, leyes físicas... buagh. Tan insulsos todos ellos. Tan... mediocres. Con sus ropas baratas, sus costumbres de bárbaros. ¡Cuan por encima de ellos me hallaba!

Tarde 23 minutos en llegar a mi destino. Había escrito 23 cartas de despedida explicando mis motivos. Llegarían en un par de días, aumentando el mito y la épica de mi hazaña y 23 son los años que tengo. Todo perfectamente orquestado y elaborado. Tan maravillosamente simétrico...

Y aquí estoy ahora, en lo más alto de Nuestra Señora, a unos 23 segundos de saltar. Solo espero no aterrizar sobre alguien como en aquella película .. Amelie. Un momento ¿Como en aquella película? No... no puede ser. Esto ya lo ha hecho más gente... no es original. No es nuevo. No es especial. Solo seré uno más de los que han saltado desde aquí. No.... Tengo que irme, buscar otra manera, pero ¿Cual?

...

Ya esta. Esta vez es la buena. He orquestado una maravillosa trama. Un elaborado escenario que hará justicia a mi hazaña. Lo primero, he ido a un anticuario que conozco, donde he adquirido una arma, una replica del Colt del .45 que utilizaba el General Patton. Troquelada, con empuñadura de marfil y sus iniciales grabadas. Más que una replica, es una pistola gemela, fabricada justo a continuación de la original. No ha sido barata, pero no es nada que la fortuna de mi padre no pueda pagar. Un gran arma, para un dueño aun más grande. Una exquisita pieza de coleccionista que le dará la distinción que busco a mi gran número.


También adquirí un gramófono y una copia de la Sinfonía Inacabada de Schubert. Un disco de 1910. Muy antiguo. Al verlo decidí que seria el último elemento de mi suicidio. Una cantidad obscena de dinero para un final que todo el mundo recordara.
He alquilado una habitación en uno de los hoteles más antiguos de todo Paris. Según cuentan, los mismísimos Scott y Zelda Fitgerald se alojaban aquí durante sus salidas nocturnas por la ciudad. El escenario perfecto.

Llegue al hotel hace 15 minutos y ya esta todo preparado. He colocado el sillón frente al balcón, para tener una panorámica de la ciudad digna del recuerdo. He puesto el disco en el gramófono a todo volumen. Tengo la pistola en la mano y cargada. La apoyo en mi sien. Tomo aire y me dejo llevar por la música. Un último vistazo y... un momento. La música. El disco. Esta rayado. No. No. No. No puedo hacerlo con un disco que no se escuche a la perfección. No puedo. ¿Que sentido tiene poner tanta atención a los detalles y luego suicidarse con un disco rayado de fondo? No.
Sera mejor que lo quite. ¿Y ahora que hago? No puedo esperar a buscar otro disco. No me daría tiempo a encontrarlo para hoy, y si no lo hago hoy se perderá la simetría del 23. Además de todas las notas que he enviado anunciando lo que voy a hacer. No, tiene que ser hoy. Lo haré sin música. Quitare el disco y ya.
Ahora me sentare en el sillón y haré lo que he venido a hacer.

Ya esta. Las vistas perfectas. El frío del cañón en la sien. La cabeza apoyada en la fría piel sintéticas de la cabecera del sillón. Todo perfecto. Voy a...¿Piel sintética? ¿Que hace un sillón de piel sintética en un hotel victoriano? Se supone que los muebles son todos antigüedades de época restauradas... No puedo hacerlo aquí. No. No. Así no es como quiero que sea. ¿Que hago? ¿Uso la cama? No... es un colchón moderno, seria lo mismo... Mmm La bañera. Sí, la bañera. Es una bañera victoriana autentica. De bronce, con embellecedores de oro. Es ideal. Además, así será más fácil de limpiar para el personal de limpieza del hotel. Es la mejor opción. Renuncio a las vistas de Paris, pero es un mal menor. Bien.

Y aquí estoy. Mejor me quito los zapatos para entrar en la bañera. Ya esta, zapatos fuera. Ahora meto el pie izquierdo, ahora el derech... !ah! ¡Me resbalo! Estoy cayendo. La imagen de mi cuello roto aborda mi mente, seguida de imágenes de toda mi vida. ¡Voy a morir de un resbalón en la bañera! Cuando mi cabeza se acerca al suelo frió del baño agito los brazos con la esperanza de asirme a algo, a cualquier cosa, y una nueva idea alcanza mi mente : No quiero morir. Dios, no quiero morir. Y cuando mi cabeza golpea el suelo, el estruendo ensordecedor del arma disparándose me embota los oídos. Cuando la policía reconstruya la situación van a estar riéndose de mi durante semanas. Pasaré a la historia como el suicida más ridículo del mundo. ¡Y ni si quiera quiero morir! Sólo quería ganar a la muerte, y al final ella es la que me gana a mi. Y que dolor de cabeza y... ¿Qué? No he muerto. ¡No he muerto! A los muertos no les duele la cabeza. El disparo dio en le techo. El resbalón me ha provocado un dolor de cabeza, pero solo eso. Dios, estoy vivo. No me lo puedo creer.

Y con mis recientemente descubiertas ganas de vivir,me llena una euforia desmesurada que me empuja a levantarme y salir corriendo y gritando: "¡Estoy vivo!¡Estoy vivo!" Salgo de la habitación y bajo por las escaleras como una centella y sigo gritando. Atravieso la recepción y salgo a la calle. Sigo gritando y no soy capaz de parar. La euforia me domina. La gente me mira, pero sigo corriendo entre el bullicio sin parar de gritar y de correr. Todo se vuelve un borrón a mi ordenador. Las caras de la gente están difuminadas. Estar vivo es geni...¡Autobús! Salto y me libro de morir atropellado por un gigantesco autobús. Es la segunda vez hoy que me libro de la muerte. Me cuesta respirar de la emoción. La gente me mira, pero no consigo articular palabra. Estoy completamente en shock. Parado en mitad de la calle. El trafico esta detenido, bloqueado por el autobús que dio un giro brusco para esquivarme. En mis oídos zumba un agudo silbido que se hace cada vez más fuerte. Miro hacia arriba lo veo. Y décimas de segundo después, todo se vuelve negro  con un sonido atronador. El sonido que hace una pequeña piedra no mucho mayor que una pelota de tenis al impactar contra el suelo tras haber atravesado mi cráneo, y antes que eso los 14 km de atmósfera terrestre y antes millones y millones de años luz a través de sistemas solares, galaxias, y el vacío del universo. Y luego el silencio.

Y así fue como justo en el día y la hora que había escogido para mi victoria final sobre la muerte, justo en el momento que yo había decidido que iba a morir antes de cambiar de idea, morí.

Unos días después, empezaron a llegar las 23 cartas a los destinatarios, en las que les informaba de que iba a morir, justo cuando lo hice. Y mi muerte se convertirá en un gran misterio. Durante años la gente se debatirá sobre si fue casualidad, o una extraña capacidad para ver el futuro lo que me llevo a anunciar la fecha y hora exactas de una muerte, causada por un factor tan arbitrario e impredecible como un meteorito.

Llega la media noche, y el día se acaba. Hoy era lunes 23 de Agosto, y fue el día en que la muerte me venció dándome la trascendencia que siempre había soñado tener, y resulto que tostadas, huevos revueltos, un pomelo y una camarera fue la última comida que hice antes de morir, aun que he de añadir, que esa no fue la última vez que Victor Rochafort piso la tierra, pero esa, como suele decirse, es otra historia.

2 comentarios:

  1. Así es la vida... me da la impresión de que se ríe de nosotros tantas veces. Nos pone a prueba, nos enfrenta a nuestros propios temores, a nuestro propio ego, nuestros irrefrenables aires de grandeza que se pavonean para intentar empequeñecer la más absoluta inseguridad... y al final de todo eso, todos tenemos un final...muy teatral.

    LD

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    1. Ya lo dijo John Lenon, "La vida es lo que pasa mientras hacemos planes"

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