Hoy me he levantado algo paradigmático, pragmático, cíclico y esporádico. Vamos que me he pasado el día perdido en paisajes oníricos sin contexto, sentido, ni campo gravitatorio propio. Iba yo navegando por la acera de esta tesitura cuando una idea, un borrón, choco por casualidad con mi lóbulo frontotemporal, y salio revotada hacia las profundidades de mi bulbo raquídeo, donde cobro vida y conciencia de si misma, aprendiendo en el camino a hablar (maldecir, generalmente), bailar claque y utilizar el retrete (unas aguas mayores demasiado tarde).
Esta sinapsis alocada, no era otra que el concepto de "Axioma".
axioma.
1. m. Proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración.
2. m. Mat. Cada uno de los principios fundamentales e indemostrables sobre los que se construye una teoría.
Vivimos rodeados por ellos. Están en todas partes. Observandonos. Acechandonos. Sabemos que están ahí, y ellos saben que lo sabemos, y lo peor: no les importa.
Con esta epifanía, cual Dante, camino de Damasco, comprendí, no solo la importancia de los axiomas, si no que también, de algo aun mas importante, de los falsos axiomas, que están ahí, rodeándonos, observandonos, acechandonos, redundaneandonos. Todo esto ya ha pasado antes y volverá a pasar.
Si los axiomas son como la entropia, que están ahí y no se puede luchar contra ellos, los falsos axiomas son como la morcilla: se repiten.
Todos hemos oído alguna vez algún falso axioma, no solo en la vida diaria, sino en los medios de comunicacion, dichos por celebridades, políticos y exconcursante de Gran Hermano.
Estos falsos axiomas (que desde este punto les llamaremos Falxiomas) son creados con un fin. Difundir cosas contrarias a la verdad, o parciales, o incompletas, o imprecisas, o verborreicamente innecesarias. Para construir un falxioma, solo hay que formular una idea de manera impactante. Contundente. Con una sintaxis tal, que rebatirla sea imposible o perjudicial para el rebatidor.
A veces, para convertir algo en Falxioma vasta con añadirle una coletilla que anule cualquier argumento en su contra. Una coletilla muy útil en estos casos, y muy utilizada por los falsarios faltos de contundencia es la de: "¡Y el que diga que no, miente!"
Los Falxiomas formulados de esta manera son conocidos como Falxiomas menores. Algunos ejemplos de esto, pueden ser:
"Todo hombre es en el fondo un motorraton de Marte, ¡y el que diga que no, miente!"